dimecres, 3 de febrer del 2016

Los “hilillos” que desangran al PP de Rajoy



El actual presidente del gobierno en funciones, Mariano Rajoy, se encuentra en fase de desmoronamiento. El maquillaje presidencial se agrieta. El casco de la nave partidaria que lo sustenta presenta múltiples vías por las que se escapan unos inquietantes hilillos, que están imposibilitando los intentos de conseguir una investidura sosegada. El Partido Popular, alimentado con los cascotes de la voladura suicida de la UCD, y nunca especialmente dotado para las maniobras ligeras  y los cambios de rumbo ágiles, se deshace por la acción corrosiva de una corrupción que amenaza con echarlo a pique. Según Rajoy se trata únicamente de cuatro hilillos, pero el atronador ruido de una estructura que se desmorona exige virar buscando abrigo. Y cuando la tripulación mira al puente de mando en busca de aliento, únicamente ve a un líder sordo al fragor del siniestro.
Mientras tanto, en Ferraz, Sánchez ha sido capaz de vetar la entrada a Andrópov, Chernenko, Gromiko y Tijónov. Superada, de momento, la amenaza de un putsch gerontocrático en nombre de la unidad indivisible de la patria, el secretario general se apresta a intentar la cuadratura del círculo, un pacto a tres bandas con Podemos y Ciudadanos. De entrada, la solución parece complicada: el PSOE de Sánchez enfatiza la E de su acrónimo en detrimento de la S y, sobretodo, de la O. Este desequilibrio puede marcar el resultado de las conversaciones iniciadas para conseguir un pacto estable. Los equilibrios entre las siglas muestran la incompatibilidad de los socios a los que se intenta persuadir. Ciudadanos, enfrentados a unos augurios nefastos en caso de repetición electoral, podrían mostrar una mejor disposición al entendimiento; Podemos, ante la difuminación de las clásicas señas de identidad del PSOE, difícilmente acceda a un compromiso que su electorado no entendería. En este marco, únicamente la lucha contra la corrupción puede tejer las complicidades que se anhelan. Pero aquí habrá que estar a la expectativa: del mismo modo que Valencia ha explotado en los morros de Rajoy, otros casos pendientes pueden desdibujar el rostro regeneracionista de Sánchez.
Estallidos y desmoronamientos complican sobremanera los arreglos razonables a la gobernabilidad tranquila del Estado. Un Rajoy que se hunde y un Sánchez desdibujado auguran nuevas mudanzas que pasan, probablemente, por un cambio de liderazgos. Pero quién sabe si para alguno de los dos partidos ya sea demasiado tarde.