A
cuento de las elecciones generales -próximamente en las mejores salas- anda el
personal político un mucho desquiciado, en pleno boceto táctico de última hora, manteniendo a salvo las anemias de los iconos propios, con la guardia alta y a
una distancia prudente. Un despliegue defensivo de línea Maginot que saltará
por los aires a la primera andanada de la artillería rival. Tiempo perdido, al
fin, aunque de mucha tensión y demasiado nervio.
Pero no todo es repliegue, ni
amago ni evasión. Pues no. A Podemos-Unidad Popular parece no importarle
el castigo temprano, más bien todo lo contrario. Recuerda Pablo Iglesias a Muhammad Ali en Kinshasa, encerrándose en las cuerdas y encajando los golpetazos de
un rival desencadenado. Fue en el recordado por muchos como el combate del siglo, en el que el imprudente George Foreman no guardó nada, se vacío en las fantasías de los primeros asaltos,
mientras su rival lo extenuaba por el simple método del dejarle hacer.
Así
están las cosas en la política española del partido de desempate: Rajoy,
Sánchez y Rivera ensañándose con Iglesias, golpeando el aire mientras el otro
se mantiene fuera de su alcance con cabriolas y piruetas. Un trío de púgiles
hoscos, tiesos, lentos y pesados, a remolque de la sutileza de un rival que los
enerva con un despliegue de desplantes. Iglesias, pletórico gracias
a la inyección en vena del millón de votos de Garzón, encaja sin inmutarse mientras
la gran coalición se reconcome en la impotencia de una pegada previsible, nada
fulminante.
Rajoy
ataca por los andurriales municipales del poder podemita, ¿y qué? Las
alcaldesas tienen suficiente brío como para responder ellas solas, sin líder
interpuesto, y sin más freno que su propio juicio. Sánchez pega y amaga con el cuento de nunca acabar de la otra cara del espejo que refleja al presidente del gobierno, ¿y qué? Podemos percibe que lo que los ciudadanos ven en las dos
caras del espejo son deformidades, proyectos políticos deslavazados, candidatos
erosionados por la analogía con los corruptos que les precedieron. Rivera
intenta atacar donde supone que más le duele a Iglesias, en su reputación de alternativa intachable, bronca pero conectada con el monumental cabreo del
vecino medio. ¿Y qué? Qué más da que el Ciudadano se vaya hasta Venezuela para
cantar las jaculatorias del populismo, irresponsable y manipulador, del amigo
de los bolivarianos. Trompadas éstas que son más bien caricias, y hasta
cosquillas, en un país en que la mitad de las habitaciones juveniles tenían en
la pared, hace unos años, un póster del Che Guevara, que sin ser bolivariano,
estricto sensu, se le parecía mucho. Ahora aquellas imágenes han ido
desapareciendo, pero permanecen en la memoria colectiva de quienes las vivieron
o las colgaron y también en la de sus descendientes, que simpatizan
mayoritariamente con los héroes románticos, idealistas y alocados.
Son
definitivamente intentos de restar los apoyos periféricos de Podemos. Los que
corresponden a los sustentos coyunturales que, en cualquier momento, según sus
rivales, pueden abandonarlos, desengañados por los gobiernos municipales de sus
afines, por la fallida investidura de un presidente de izquierdas o por sus conexiones
con los populismos sudamericanos.
Las
últimas encuestas, sin embargo, no parecen mostrar que este desgaste esté
haciendo demasiado agujero. Al contrario, según un trabajo de elaboración
propia, Podemos (En Comú Podem) muestra un alto índice de fidelidad entre
quienes les votaron el 15 de Diciembre, en la zona metropolitana de Barcelona:
Sólo un 9% de aquellos que afirman haberlos apoyado hace seis meses podría no
votarles en esta ocasión. El resto de las principales fuerzas políticas podría
sufrir un desgaste mayor: PP y ERC, muy cerca, llegan hasta el 11% en ambos
casos; algo más alejados se encuentran C’s y PSC, 15% el partido de Rivera y
17% el de Sánchez; finalmente, los vaivenes de Convergencia i Unió parecen
haber provocado una desafección importante de sus votantes de invierno, hasta
un 23% afirma no tener claro a quién votar el próximo 26 de Junio.
Curiosamente, a tenor de las respuestas obtenidas, nos sale un porcentaje de personas que
afirman haber votado a ECP superior al que realmente obtuvo en Diciembre. Y
esto, a pesar de haber sido muy cuidadosos en la muestra. Seguro que también
debe significar alguna cosa.
P.S.: Este fin de semana ha fallecido Muhammad Ali, pendenciero saltimbanqui
que adquirió popularidad gracias a su supuestamente exquisita manera de
entender el boxeo: como una coreografía atlética de un esteticismo discutible
aunque efectista. Sin embargo, el deportista popular adquirió pátina de mito
gracias a su resistencia inigualable, no en el ring sino en su militancia
social. Activista contra la guerra de Vietnam y a favor de la integración
racial, Muhammad Ali llenó muchas páginas de su biografía esquivando las
trompadas de una sociedad americana democráticamente sospechosa, en las
desigualdades internas y en su agresividad de potencia imperial. Desde la
profunda antipatía a quien hizo de la demolición física del rival su camino
hacia la popularidad; pero desde el reconocimiento a quien fue capaz de construir
con sacrificios y lucha honesta su camino hacia la gloria, mi sentido homenaje
a quien nació siendo el anónimo Cassius Clay y falleció siendo Muhammad Ali, exageradamente
llamado el más grande.