La hierática estampa de la hermana de Felipe VI en
el juicio del caso Nóos —trece horas sin apenas mover una pestaña ni dejar
traslucir ningún sentimiento— contrasta con la enardecida actividad que, en su
defensa, ha desplegado el heterogéneo aparato formado por la firma de abogados
Roca, el fiscal Horrach y la abogacía del Estado, personalizada en la letrada
Dolores Ripoll.
Ésta última ha levantado mucho polvo, y la airada
reacción del juez instructor del caso, con su afirmación de que la frase hacienda somos todos era de estricto “ámbito
publicitario y no aplicable al derecho”. Sorprende la ingenuidad del juez
Castro en este asunto, tan lejos de la certeza de buena parte de la ciudadanía,
que reiteradamente expresa dudas sobre la aplicación efectiva del principio de
generalidad del sistema tributario español. Otro más de los terrenos pantanosos
en los que se cimentó la Constitución de 1978. En cualquier caso, y por no frenar
el normal desenvolvimiento de la causa, propondría un receso aprovechando la
presencia del letrado Miquel Roca, uno de los padres de la Carta Magna, para
preguntarle qué intención tenían cuando redactaron su artículo 31: “Todos contribuirán
a los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema
tributario justo”. Es bien cierto que, desde el primer día, las sospechas de trato
desigual, y la certeza de la persistencia de una injusta distribución de la
carga tributaria, penalizando a asalariados y autónomos, pone en duda que el
todos que abre la fórmula legal comprenda enteramente a la generalidad de la
población. Es incuestionable, sin embargo, que el resbaladizo alegato de la abogada
del Estado ensombrece la labor de la agencia tributaria, cubriéndola de una
espesa sospecha de timo y fullería sistemática. Si hacienda no somos todos,
¿está en disposición de garantizar que el sistema tributario estatal se aplica
con generalidad y eficacia? Y la combativa defensa que el organismo público hace
de la irresponsabilidad de Cristina de Borbón en el caso Nóos, a despecho de la
detallada documentación que forma parte de la causa, ¿contribuye a persuadir sobre
la obligación de que todos participemos en el sostenimiento de los gastos
públicos?
Tamaña pirotecnia para exculpar a la ex infanta,
me trae a la cabeza aquellos excesos de tiempos despóticos cuando las
obligaciones regias las asumían pecheros. Dolores Ripoll ha asestado una
certera estocada al agónico sistema tributario español, desacreditado por una
defraudación de magnitudes gigantescas y un trato favorecedor de grandes
fortunas y otros trilerismos (el ejemplo de las SICAVS viene aquí al pelo). Ha
abierto los ojos de los que aún creían en el cuento de hadas de una tributación
justa e igualitaria: hacienda somos todos
es mera publicidad ilícita encubierta, la que se da cuando el destinatario no
es consciente de que dicha manifestación constituye una actividad publicitaria.
Otras hipocresías institucionales cayeron antes,
como aquel cuando el bosque se quema,
algo suyo se quema, que desenmascaró el genial Perich añadiendo un… señor conde.
P.D.: Ja que hi
som, m’agradaria que l’Oriol Junqueras, que té la missió de bastir una hisenda
catalana, hagi après dels errors de la hisenda espanyola, per tal de no
repetir-los. Per aquells que hi estigueu interessats, en el següent enllaç
trobareu l’informe sobre l’administració tributària de Catalunya, presentat pel
Consell Assessor per a la Transició Nacional, que conté algun defecte
inquietant: http://presidencia.gencat.cat/web/.content/ambits_actuacio/consells_assessors/catn/informes_publicats/inf_2_administracio_tributaria_catalunya.pdf