Dentro
de pocas horas, las primarias a las presidenciales norteamericanas vivirán el lance
más decisivo en el bando republicano; el pescado parece vendido desde hace
tiempo en el demócrata. Missouri, Illinois, Carolina del Norte y, sobre todo,
Ohio y Florida —donde el candidato que venza se lleva todos los delegados en
liza—, pueden dar el espaldarazo definitivo al magnate de Nueva York o, cuando
menos, pueden ayudarle a desbrozar el camino hacia la nominación republicana.
Todo
parece indicar que Trump mantiene el pulso firme a pesar de los excesos de la
última semana que, aún cuando lo han debilitado, no parecen de suficiente
enjundia como para poner en riesgo su victoria en la mayoría de los estados en
los que hoy se celebran primarias: destaca por encima de todos Florida,
por el añadido de que una derrota del candidato oficialista Rubio en su propio
estado puede precipitar su renuncia a la carrera por la nominación. Mucho menos
probable parece que Kasich sucumba al empuje de Trump en su terruño de Ohio,
aunque no es descartable. En cualquier caso, todo apunta a una
simplificación de la pugna por la parte del cuadro republicana, con Trump y
Cruz como finalistas previsibles. Algo que tiene de los nervios al aparato republicano
que, más que por la convención de julio, sufre por el descosido que anticipan
en las elecciones de noviembre, con una Hillary perfectamente instalada en la centralidad
y el candidato republicano vagando por el hiperespacio, sin amarres a la nave
nodriza.
Sanders,
en el cotarro demócrata, únicamente aspira a alargar una agonía simpática e
indolora; una forma útil de quemar los últimos recursos conseguidos a través
de una interesantísima campaña de recolección de fondos, a partir de
incontables donaciones de pequeñas cantidades de dinero: micromecenazgo político a gran
escala. Mañana, su gran baza, por llamarlo de alguna manera, la tiene en los
estados del norte —o del medio oeste, si se prefiere—: Ohio, Missouri e
Illinois (fundamentalmente en los dos últimos). Su propuesta a la catalana
manera, una suerte de proteccionismo que preserve la industria de estos estados
del embate de las economías emergentes, goza de muchas simpatías en unos
territorios, muy golpeados por la crisis de los últimos años, que no acaban de
levantar cabeza pese al repunte de los indicadores económicos. En Florida y Carolina
del Norte, por el contario, la señora Clinton parece tener la victoria
asegurada, con goleada incluida.
Hillary
esta noche descansará más o menos plácidamente. Trump, por el contrario, velará
armas, protegiendo la supremacía de la civilización que a todos nos ampara, con
gesto áspero, maneras de matón y garrote en ristre. Las primarias republicanas
van camino de postular como inquilino de la Casa Blanca al rey de bastos.