divendres, 29 de gener del 2016

El Santo Oficio juzga a Gabriel



España se está convirtiendo en un país en estado de instrucción permanente. Ante la avalancha imparable de delitos públicos que se abaten sobre los ciudadanos, no hay quien se libre de juzgar o de ser juzgado. Es más, ni siquiera los malhechores más conspicuos se privan de señalar con el dedo acusador a quienes andan por sus inmediaciones. Ya no hay espacio para presunciones de inocencia y garantías procesales; es perentorio acusar, enjuiciar y condenar sin distracciones. Los casos se instruyen a todo trapo, cualquiera acusa sin detenerse a pensar que, en muchas ocasiones, él mismo podría convertirse en reo por la misma falta o delito. Triunfa el histrionismo y la hipocresía.

Una parte significativa de la prensa madrileña, el Santo Ofició del título, se ha arrogado el papel de guardiana de la fe constitucional. Entre sus funciones, identificar a los sospechosos de actuar contra la verdad inmutable. Anna Gabriel, la bruja que capitanea la CUP, se ha convertido en uno de sus objetivos principales. El tribunal —formado por periodistas con firma, predicadores radiofónicos, sesudos opinadores y estrellas televisivas— hace tiempo que instruye el caso. Los delitos son numerosos y graves. Entre ellos, se cuenta el de haberse conjurado con potencias extranjeras para socavar la indivisible unidad de la patria e importar un sistema de gobierno totalitario y bolivariano. Las pruebas son concluyentes e irrefutables: una imágenes tomadas en el aeropuerto de Madrid demuestran que viajó a Venezuela donde, con total seguridad, se abandono a aquelarres satánicos y confraternizó con los maléficos líderes del régimen chavista.

Y si alguien, con malsana intención, pretende establecer paralelismos entre la dolosa confabulación de la Gabriel con las fotos que acompañan estas líneas, debe saber que está completamente equivocado. No se trata de ejemplos de confraternización: González y Aznar se encontraban defendiendo los sagrados intereses de España que están cabalmente representados, como no se le escapa a nadie, por las petroleras españolas y sus accionistas.

Felipe González: "Hemos hablado de todo, desde mis vínculos con Venezuela hasta la situación internacional, situación del sector energético, proyectos de desarrollo, de todo, en una conversación muy abierta y franca", dijo González a la salida.

José María Aznar: “En mi primera visita a la sede presidencial de Miraflores, Chávez me llevó a un despacho muy pequeño. Trabajamos allí, mano a mano, al margen de los protocolos oficiales, durante más de tres horas.”