Coincido con
Cicerón cuando afirma que "el presente es el punto de unión del futuro con el
pasado"; un punto de luz que aparece desvaneciéndose; la encrucijada que nos
supera por sorpresa a cada instante; lo que viene y ya ha pasado dejando
espacio a lo que vendrá dejando atrás.
Coincido con Marx
cuando sostiene que "los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo
circunstancias influidas por el pasado". Y con ello recuerdo a cuántos nos
precedieron, a todos los que hubieran querido acompañarnos aquí y ahora. A
quienes quisieron reconocer el reflejo de su imagen en los espejos sin la
distorsión de una identidad superpuesta. A los que sólo pudieron gritar libertad
con sordina.
Coincido con
Tácito cuando proclama que "cuanto más corrupto es el Estado más leyes tiene". O
cuando menos más leyes aplica arbitrariamente y más se aferra a lo que una
minoría totalitaria entiende que las leyes dictan.
Coincido con
Michel de Montaigne cuando se lamenta de que "a nadie le va mal durante mucho
tiempo sin que él mismo tenga la culpa". Ahora, cuando hemos comprendido que
somos la arena que se le escapa a España entre los dedos, hemos tomado
conciencia de que el puño que nos aferraba estaba repleto de grietas. Fisuras
que no son nuevas, formaban parte originaria de un género deficiente.
Los catalanes nos
hemos sobrepuesto a tanto renuncio y hemos ocupado las calles y las
plazas de la manera más hermosa: con júbilo, colectivamente, en paz y harmonía.
Y en el continuo devenir de presentes nos hemos mantenido firmes como sólo
pueden estarlo los que dudan y en sus titubeos van encontrando certezas. Evidencias
de que somos sin artificios; pruebas de que podemos rescatar nuestro bienestar durante
tantos años secuestrado en interés de la fortuna de otros pocos, que adocenan a otra minoría iletrada y fanática que nos reconoce distintos cuando grita a por ellos.
Regreso a Tácito
para terminar. A aquella formulación romántica que dice que "no hay atractivo en
lo seguro, en el riesgo está la esperanza". Se acercan días y semanas de
incertidumbre. Pero considerémonos privilegiados por ser testigos y
protagonistas del aquí y el ahora que ya se desvanece. Aprovechemos la
oportunidad de dar un giro a la historia; pocas generaciones han tenido tal
posibilidad entre sus manos. Por todos cuantos nos precedieron y ya no nos
pueden acompañar en este tránsito incierto y por todos los que vendrán a
encontrar nuevas encrucijadas y habrán de hacer frente a nuevas dudas e indecisiones.
Que la lección que dejemos para la posteridad sea que nosotros hicimos realidad
nuestras esperanzas arriesgando, plenamente felices.